lunes, 29 de septiembre de 2014

Exploración visual - Arte


Laocoonte 


Como la profundidad del mar que permanece siempre inmóvil por muy agitada que esté la superficie, la expresión de las figuras griegas, aunque agitadas por las pasiones,muestra siempre una alma grande y sosegada. Esta alma, a pesar de los sufrimientos más atroces, se manifiesta en el rostro del Laocoonte, y no solo en el rostro. El dolor que se expresa en cada músculo y en cada tendón del cuerpo y que solo con mirar el vientre convulsamente contraído, sin prestar atención al rostro ni a otras partes, casi nos parece que sentimos, este dolor, digo, no se expresa en absoluto con signos de rabia en el rostro o en la actitud. El Laocoonte no grita horriblemente como en el canto  de Virgilio: la forma de la abertura de la boca no lo permite; en todo caso puede salir de ella un suspiro angustioso y oprimido como lo describe Sadoleto.
El dolor del cuerpo y la grandeza del alma están distribuidos de igual modo por todo el cuerpo y parece mantenerse en equilibrio. 
Laocoonte sufre, pero sufre como el Filoctetes de Sófocles. Su sufrimiento nos llega al alma, pero desearíamos poder soportar el dolor como este hombre lo soporta.

Fuente del texto 
HISTORIA DE LA BELLEZA 
A CARGO DE 
UMBERTO ECO 
pag 47 



Laocoonte, siglo I a. , Roma, Museo del Vaticano  

 

fuente de la imagen